Mi profe de yoga, la tía Leti, va a hacer clases online, estoy preparándome para eso. Creo que es clave en los días que corren. El cuerpo necesita de una poética postural. Imagino y creo.
Me preocupa el negacionismo de algunos compañeros y compañeras que ven esto de la peste como una conspiración.
Me preocupa el negacionismo de algunos compañeros y compañeras que ven esto de la peste como una conspiración, incapaces de asumir que cambió el foco y el escenario. Hay que tener creatividad política y no ser tan dogmáticos. Es un síntoma de voluntarismo esto de no aceptar que la movilización y la mítica primera línea pasen a segundo plano, las luchas son discontinuas y sometidas siempre a variación. Es como lo que plantea el filósofo rockstar Zizek cuando habla en “Visión de Paralaje” de que el cambio posicional del sujeto observador produce el desplazamiento del objeto, o algo como eso. Y por otra parte, este no es un mal momento estratégico, aunque tácticamente la cuestión se lentifica y la lucha se nos va para otro lado, y el enemigo se salva momentáneamente.
¿El enemigo, entonces, inventó el corona virus para secundarizar el plebiscito y neutralizar la movilización social o está utilizándola para sus intereses? ¿Esta catástrofe sanitaria es un golpe mortal para el capitalismo? Da lo mismo, el acontecimiento es el acontecimiento y hay que enfrentarlo, las últimas guerras obviamente eran un mecanismo del capitalismo para reestructurarse, pero cuando ya estaban había que combatir.
Menos mal que el gobierno chileno ya estaba gobernando con otro programa cuando llegó la pandemia, mucho más centrado en políticas públicas.
El problema es cómo enfrentan los eventos del mundo los poderosos que sólo tienen al dios mercado como referencia y que desconfían del Estado; menos mal que el gobierno chileno ya estaba gobernando con otro programa cuando llegó la pandemia, un modo mucho más centrado en políticas públicas.
Este es el momento en que hay que ser ciudadanos atentos y solidarios, sólo eso. Y así como nos organizamos para protestar, también podemos hacerlo para ayudar a nuestros adultos mayores y niños, exigir al Estado que se ocupe de su población y demuestre al pueblo su necesidad (del Estado). Las catástrofes son parte de todas las sociedades y las sociedades prueban todos sus dispositivos para enfrentar estos quiebres de la continuidad que destruyen nuestro hábitat.
Yo estoy en Villa Monroe en Placilla, en una especie de práctica tolstoina solitaria, por ahora, situación para la cual me preparé toda la vida. Es una buena oportunidad para desarrollar ese modo de vida que siempre imaginamos, más cerca de los elementos y simplificada, alejada de las disputas del poder. Por eso fue clave lo que hicimos en San Antonio con el Taller Buceo Táctico, cuando usábamos el procedimiento de la precariedad. Cómo olvidar la producción de mermeladas, cuyo nombre de fantasía era El Destino es Incierto, y aquella habitabilidad yendo a buscar el agua en baldes y la iluminación eran las velas o lámparas de parafina. Hay que sumarle a ello el estado casi permanente de cesantía.
Estar fuera de la cadena elítica capitalina de la cultura, plena de doctorados y becas, nos da cierta fortaleza y nos pone en condición de vanguardia para combatir la catástrofe. Y todo esto en un contexto de trabajo agrícola o campesino, en donde se plantan árboles y se cultivan hortalizas y se cocina al aire libre con fuego de leña. Y hacemos pan en horno de barro y hasta salimos de pesca y caza y hacemos yoga, por cierto. Preparados, entonces, para una vida que de un día para otro se hizo mucho más doméstica.
Estar fuera de la cadena elítica capitalina, plena de doctorados y becas, nos da cierta fortaleza y nos pone en condición de vanguardia para combatir la catástrofe.
Vivimos por lo general en un ambiente conspirativo y cínico, en donde reina la mentira y la astucia perturbadora de los winers, y como estamos acostumbrados a ese modelo de funcionamiento nos cuesta ser empáticos y solidarios. Por eso es difícil para la vía insurreccional trazar políticas que no sean las obvias que se resumen, muchas veces, en tomarse la calle. Hay que promover otros modos de la política en tiempos de peste, lo que en este caso se resume en seguir los protocolos de salud pública.