Todos los días corto leña, después de desayunar. Entre medio anoto cosas, respondo correos y envío algún texto a algún destino incierto. Luego preparo el almuerzo afuera, en un fogón que tengo en el patio, hay días que hace mucho frío y no me queda más que cocinar al interior. Tengo una estufa a leña que también me sirve de cocina, me preocupé de que fuera doble propósito, como en el sur, ya que sirve tanto para calentar el ambiente, como para la cocción de alimentos.
Antes de la pandemia ya estaba viviendo así. Debo ser uno de los escritores con mejores índices a nivel de neutralización de la huella de carbono
También cultivo plantas y preparo la tierra para un huerto frutal y del otro. He hecho crecer una buena cantidad de árboles frutales desde hace harto rato, manzanos, lúcumos, paltas, ciruelos, damascos, sin olvidar los cítricos, y otros. Cuando vivía en la zona urbana generaba mis plantitas en un pequeñísimo espacio. Ahora tengo la oportunidad de plantarlas en un lugar mucho más grande. Eso es un proceso, no es llegar y plantarlos todos de una. No sólo porque trabajo solo, sino porque hay que hacer todo un diseño de paisaje, no sin antes sacar la maleza y conseguir en el mismo espacio buena tierra, esto implica tener un lugar específico para la basura orgánica, de modo de transformarla en compost.
Antes de la pandemia ya estaba viviendo así. Debo ser uno de los escritores con mejores índices a nivel de neutralización de la huella de carbono o, al menos, con una relación levemente amable con el ecosistema. Debo recordar, además, que todas las aguas grises las reutilizo, ya sea para el riego o para la evacuación de las aguas negras domiciliarias. Por otra parte, para lavar la loza utilizo las cenizas que producen mis fuentes de fuego, aprovechando su capacidad abrasiva. Tengo, además, una ducha manual que uso alternativamente con la ducha formal, como ahorro energético, esto depende de la temperatura ambiente. En todo caso, no suelo ducharme mucho, más que nada tiendo a lavarme por presas, porque como hago mucho trabajo físico sudo demasiado, por lo que debo estar aseándome constantemente. Debo consignar, por último, que con un vecino que, entre otras cosas, se dedica al reciclaje, tenemos una complicidad al respecto. Toda la basura tecnológica doméstica que cargaba conmigo y de la que he podido conseguir se la paso a él. Me refiero a los refrigeradores, cocinas o jugueras viejas que, muchas veces constituían basura difícil de deshacerse de ella.
No suelo ducharme mucho, más que nada tiendo a lavarme por presas
Comento esto para intentar rentar con la imagen del escritor no urbano o provinciano con vocación rural, para ser más específico. Y no para despreciar a los capitalinos o cosmopolitas, que la deben estar pasando mal, me imagino. Porque ahora no debiera haber tanta gente feliz con lo que hacían o con su autoimagen. Debo reconocer que no he dejado de sentir satisfacción con la reducción de la polución, producto de la paralización de las ciudades y de muchas fuentes de energía contaminante. Vivo solo y con lo mínimo, alguna institución debiera premiarme por eso o, al menos, bonificarme. Debe ser más fácil que a uno le den algún beneficio por ser un héroe del cuidado del medio ambiente que por ser escritor o vecino precario.
Ahora no debiera haber tanta gente feliz con lo que hacían o con su autoimagen.
Todo esto como estrategia de sobrevivencia, cuestión en que trabajamos muchos artistas, antes de la peste ya trabajábamos en eso. El desprecio que vivimos los artistas en provincia es un estado con el que tenemos que acostumbrarnos. Esto ocurre, porque no tiene valor lo que hacemos y porque si lo que hiciéramos tuviera alguna importancia cultural, no estaríamos viviendo ahí, estaríamos en la capital, obviamente, habitando un departamento frente a un parque y sacando a sacar un perro faldero.
Apelo, en general, a un artista consciente del territorio que habita y que, por lo tanto, participa de la economía circular. He dicho.