Todo un viaje iniciático cruzado por el proceso insurreccional, para no llamarlo “estallido social”, que es un enunciado neutro y aplanado que inventaron los matinales.
Ando con la muda, es decir, estoy en proceso de cambio de casa y me siento vandalizado sicológicamente. A partir de esto he llegado a la siguiente conclusión: el único acontecimiento auténtica y radicalmente revolucionario es la mudanza (cambiarse de casa). Hay tesis sesudas al respecto y obras potentes, que van desde Benjamín Franklin a Alejandro Zambra. Hay que agregarle al acontecimiento central, el hecho no menor, y brutal, de inaugurar la casa propia.
Lo concreto es que la muda y todos sus microrrelatos nos desestructuran subjetiva y objetivamente. En este caso había un elemento adicional que era el enchulamiento de una casucha que debía transformarse en casa habitación. Todo un viaje iniciático cruzado por el proceso insurreccional, para no llamarlo “estallido social”, que es un enunciado neutro y aplanado que inventaron los matinales.
El proceso duró, dependiendo de la perspectiva, al menos un año, buscando lugares en la quinta región. Después de algunos viajes de búsqueda por la costa central y por la cordillera de la zona, di con el lugar preciso, paradojalmente fue Placilla, localidad sobre la que escribí una novela. Aquí (o ahí) hubo una batalla que decidió la guerra civil del 91, hoy, de algún modo, hay un conflicto algo parecido que enfrenta dos concepciones de país, al menos.
Una de las claves en el proceso instalativo fue el encuentro con un viejo obrero de la contru, un maestro de tomo y lomo que contraté, y que fue determinante, más aún, fue el líder que yo necesitaba, lo que demuestra que los conductores de procesos (líderes) lo son en periodos temporales muy acotados. Entrando en terreno, en la ciudad y en las calles y caminos que debíamos recorrer, había manifestaciones, barricadas y asambleas territoriales que parecían complotar contra mi proyecto habitacional. ¿Por qué hablo (escribo) de una experiencia personal individual cuando la cuestión, se supone, estaría centrada en lo colectivo? Y me respondo que frente a un Estado y un orden establecido que desprecia a la ciudadanía, y frente al cual no tenemos un estrategia unitaria para combatirlo, y más aún, parecemos atomizados. En lo personal, lo único que me queda es mi pequeña acción, mi breve y pequeña soberanía.
La lucha contra la dictadura focalizó todo en términos ideológicos y todo se resumió en algo tan burdo como echar al tirano, todo lo demás era secundario, y ahí se perdió energía innovadora, porque los putos democratoides recuperaron lo peor de la tradición política y asumieron casi sin chistar el modelo de desarrollo, y eso es lo que ahora se fue a la chucha.
He debido luchar contra la neurosis, es decir, un abanico de síntomas que complotan en contra del proceso, pero al menos logré instalarme. Entremedio la salud se me deterioró, me dio vértigo, unos horribles episodios de mareos que creo que se juntaron con alguna crisis de pánico. Le debo, en todo caso, al maestro José y a mi amigo Federico, el que me prestó la camioneta, la consolidación del proyecto instalativo que se consolidó en eso que llaman lugar propio, que es algo mas que la casa de uno, porque es un espacio con vocación rural en donde podré plantar los árboles que he estado criando y hacer un huerto, incluso criar gallinas. Y también desarrollar algunos experimentos con baños orgánicos, duchas manuales y tratamiento de desechos domésticos. Cuestiones que están en la base de una nueva economía a escala humana, quiero creer e imaginarme.
He recorrido este camino con un maestro, como adelanté (un obrero de la contru, para que no se mal entienda). No se trata de la simple muda residencial, es algo más que la transformación de una pocilga en casucha, o de urbanizar un área rural rezagada. Habíamos empezado a trabajar en mi nueva casucha, porque no es sólo una mudanza, incluye el enchulaje de una casita, justo en momentos en que el sentido común no esperaba la irrupción de una insurrección popular como en la que estamos, lo que, en parte, ha definido el proyecto de muda, eso no se puede negar.
Todas las demás actividades quedaron en suspenso, era difícil trabajar en un contexto de manifestaciones y barricadas. Hubo momentos en que era muy complicado comprar en las ferreterías de la ciudad, luego de jornadas de campo de batalla que dejaban la ciudad con el aroma de las lacrimógenas y con las tiendas cerrando o abriendo sólo un par de horas.
Y como soy fóbico hice la mudanza solo, la convertí, por ende, en un proceso más o menos largo y lleno de complejidades procedimentales, en alguna oportunidad le pedí ayuda a un amigo para subir a la camioneta muebles grandes (porque mi maestro tiene 74 años, no podía abusar de él) pero el refrigerador y la lavadora, por ejemplo, las trasladé solito, a pura astucia. Y para los arreglos de la pocilga ubiqué al maestro José al que conocí mientras arreglaba una casa vecina a la mía en el cerro Bellavista de Valpo, concretamente le convidé unas mascarillas de protección, porque estaba haciendo una pega que producía mucho polvillo de yeso. Después de eso nos veíamos con regularidad y tuvimos más de alguna plática.
Lo único que me queda es mi pequeña acción, mi breve y pequeña soberanía.
Llevo unos cuantos días viviendo en Placilla Viejo, no Curauma, todavía no estoy empalmado con el tendido eléctrico. Y antes de pedirle energía a un vecino con el que tenemos una complicidad con el reciclaje, estuve alumbrándome con velas y adquirí una linterna-lámpara que se carga con un dínamo. Esto de estar sin electricidad me recordó mi época chilota en que usaba una lámpara a gas de parafina, la Petromax, una preciosura de objeto arcaico que me alumbraba las noches de invierno. Y cuando viví en la cordillera de la costa, en la localidad de El Turco, usaba una tecnología parecidas de iluminación. Estoy acostumbrado al no tendido eléctrico, es decir, mi vida casi siempre ha estado determinada por el ahorro energético y la minimización de mi huella de carbono, debo ser el escritor con el mejor indicador al respecto. En los ochenta, más que la vuelta de la democracia me interesaba un cambio radical del modo de habitar el mundo. Pero la lucha contra la dictadura focalizó todo en términos ideológicos y todo se resumió en algo tan burdo como echar al tirano, todo lo demás era secundario, y ahí se perdió energía innovadora, porque los putos democratoides recuperaron lo peor de la tradición política y asumieron casi sin chistar el modelo de desarrollo, y eso es lo que ahora se fue a la chucha. Me carga hacer estos resúmenes tan obvios.