Cambian los tonos pero lo que no va a cambiar son los hechos. Y cuando se escriba la historia completa de cómo fue que se incendió el país habrá que leer una historia de desaciertos, omisiones o estupideces simples que costaron -hasta ahora- más de quince muertos y las tropas en las calles.
Ya era hora que entrara la política. Y también el periodismo. Los últimos días han sido un festival de mentiras en las redes que replicamos según nos parezcan posibles o no, sin detenernos a ver si son ciertas. Dos años leyendo de la postverdad pero así y todo pasa. El audio de Cecilia Morel está para enmarcarlo y se diferencia poco de lo que circula en los teléfonos de los chaquetas amarillas que esperan los saqueos a sus casas. La diferencia existe, eso sí: mientras los de las autodefensas carecen de información, la Primera Dama muestra lo que ocurre en la elite: una intoxicación de información. Eso, en el gobierno, es grave. Uno supondría que ahí es donde mejor se procesan los datos.
Al parecer las cosas se decantan algo. Algo. Quedan las concentraciones masivas y pacíficas pero ellas no son asunto de “orden público”. Quedan en lo político y ahí tendrán que administrar los que tienen que hacerlo, los políticos. Antes que cambie el viento y se les vaya encima a ellos.