La libertad es libre y uno tiene el derecho de publicar lo que quiera. Ahora, cuando uno de los hits del verano se explica, y ese hit precisamente ha sido muy leído, extraña que los medios se resten de entregarle a sus lectores la continuación del contenido que antes era tan precioso.
Es lo que ocurre con el famoso Caso del Big Data, que en los últimos meses ha dado que hablar hasta por los codos: que el informe de Alto Analytics le echaban la culpa al K-Pop y a Mon Laferte, que Ismael Serrano, Gary Medel, Claudio Bravo y varios otros tuiteros. Lo poco que se sabía del informe dio para chunga y polémica, porque el ministro del Interior se lo entregó al Fiscal Nacional y éste evaluó que no le servía para nada. Luego, cuando se supo que el gobierno lo había recibido de manos del grupo Luksic -que a su vez contrató el servicio de los españoles después del intento de asesinato mediante bomba a uno de sus ejecutivos, el ex ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter, el año pasado-, se abrió otra pelea, que incluyó a parlamentarios citando a la Agencia Nacional de Inteligencia para exigir explicaciones. Eso, aparte de la enciclopedia de memes que circuló y seguirá circulando alrededor de todo esto.
En enero se supo de dónde había salido el informe. Y recientemente en Europa algo más se supo del contenido. Las noticias por supuesto que nos llegan con retraso. El 31 de enero pasado, en la sede del Parlamento Europeo, en Bruselas, se hizo una mesa redonda titulada «Las estrategias de la injerencia rusa: la respuesta de la Unión Europea» en la que expuso un representante de Alto Analytics. La Tercera PM ayer lo tituló «No habla de K-Pop, pero sí de desinformación: Alto Analytics publica informe sobre uso de redes sociales en la crisis chilena». La nota es hasta aburrida, como aburrido es el detalle que está en el informe mismo que publicó la empresa. Pero aburrida a veces es la realidad. Y alguien tiene que leerse las cosas para escribir de ellas. Sobre todo cuando han sido noticia.
En la información no hay novedad, salvo el título de La Tercera: que el informe, efectivamente, nunca le echó la culpa a los koreanos. Pero probablemente eso no le importa a nadie este verano.
En el diario español El Mundo, aunque el titular es más llamativo («La ‘mano negra’ tras la crisis de Chile y Colombia»), tampoco hay mayor truculencia. Ayer al autor de la nota, el chileno John Müller, lo entrevistaron en la radio colombiana porque, claro, les pareció interesante periodísticamente ahondar en el asunto (y ojo con lo que dice Müller sobre Chile, en el minuto 6 del audio).
El final, ¿de qué habla el informe? De lo importante que se han convertido los medios «alternativos» en situaciones de catástrofes y de cuánto pesan los infernales grupos de WhatsApp y Telegram y el malvado Facebook y todas las redes asociales. Datos interesantes de Colombia y Chile: de 101 millones de mensajes que salieron de 7,6 millones de cuentas, un grupo reducido de usuarios generó el 28% de los contenidos (en Colombia fue el 33%), y muchas de esas cuentas estaban en el extranjero y mandaron hasta 20 mensajes por hora durante dos semanas. Son cifras que marean pero eso pasa con las estadísticas extremas. ¿Qué se hace con ellas? Uno debiera irse a comprar un diario. El papel no mata tanto como los smartphones.