No debiera ser. Pero es. Ya han pasado días de esto que “nadie vio venir” pero que llegó. La televisión se ha transformado en un matinal que se suspende apenas para la pausa comercial. Algunos canales hasta han mantenido el logo de Último Minuto por largas horas. El tiempo no pasa ahí, como tampoco pasa el resto del mundo, ni siquiera las elecciones en Bolivia: requerida por la realidad, la televisión chilena se sumergió tanto en la crisis que terminó hablando de sí misma. Qué otra cosa es el panel matinal todo el día en Canal 13. De tanto convertir a personas en personajes hacen que uno se pierda y no los crea capaces de saltarse el guión. O el prejuicio. Y entre tanto se siguió quemando el Metro.
Pero, con todo, no es la prensa la que perdió un día. La prensa ha perdido semanas enteras, años, pero no le tocaba protagonizar el día que pasó. Los que lo han perdido son La Moneda y Valparaíso -el Legislativo-, incapaces de sentarse a hablar de cosas concretas. De salidas y cambios, que ese es su rol, para eso se presentaron a elecciones y ganaron y prometieron cumplir su cargo. Pero en esta cobertura-burbuja televiva capaz que eso no lo hayan visto. Total, lo que dice la pantalla es Última Hora.