El autor de El juguete rabioso y Los siete locos, estuvo instalado en Chile hace 80 años reporteando el despliegue del Frente Popular y “examinar la realidad” local. Lo hizo para la prensa argentina a través de un conjunto de crónicas y columnas que dan cuenta del momento político y económico y también cultural que se vivía en Chile. Hoy la editorial La Pollera las ha reunido en el volumen La química de los acontecimientos, una edición al cuidado de Felipe Reyes, quien en el prólogo comenta: “Arlt registró, cuestionó, increpó a los que levantaban objeciones y conspiraban contra el gobierno de Aguirre Cerda”. El libro ya está en librerías y acá va como adelanto y muestra de su gran resonancia actual una crónica que muestra el enfrentamiento quemante entre la derecha y el Frente Popular.
LA QUÍMICA DE LOS ACONTECIMIENTOS
Roberto Arlt
Selección y edición de Felipe Reyes
La Pollera Ediciones, 107 Páginas, $12.000
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MAGNITUD DE LA VOLUNTAD CONTRAREVOLUCIONARIA
POR ROBERTO ARLT
Para apreciar la magnitud de la voluntad contrarrevolucionaria atribuida por el Frente Popular a las derechas, y manifestada, además, por los órganos de publicidad del Frente Nacional Anticomunista, debemos examinar la realidad.
Era notorio que antes de las elecciones del 17 de noviembre, los integrantes del Frente Popular parecían dispuestos a separarse. Si este divorcio entre los tres partidos no se produjo, se debe a que día a día su lazo de cohesión es acrecentado por el temor que les inspira la sistemática agresividad de las derechas.
Esta agresividad ha canalizado financieramente en el sabotaje económico, parlamentariamente en una obstrucción que no tolera el cumplimiento de ninguna labor legislativa (pues tiene en ambas cámaras mayoría) y políticamente se dedican a conspirar, mientras que por sus órganos de publicidad afirman constantemente la necesidad de “aplastar a las fuerzas rojas para salvar a Chile del caos”, entendiéndose por “rojas” a los Partidos Socialista y Comunista que integran el Frente Popular. Con respecto al Partido Radical, las derechas tratan de dislocarlo del frente, pero hasta ahora sus tentativas no han alcanzado el éxito necesario.
A su vez, los Partidos Comunista y Socialista dicen organizar milicias, nombrar comités de vigilancia, acelerar la comisión de comités frentistas de base, y acusan diariamente al Frente Nacional Anticomunista de estar creando el clima que haga propicio el estallido de la guerra civil, afirmando que la prueba de esta actitud se encuentra en su desprestigio sistemático a todas las medidas que adopta el gobierno en las insalvables complicaciones económicas que provocan.
“Se trata ahora de establecer si las derechas han demostrado voluntad de destruir a sus adversarios, y los hechos nos dicen que sí”.
Para ello procederían a despidos injustificados de jornaleros en el campo y encarecerían, disminuyendo su producción, el precio de los artículos de primera necesidad. Efectivamente, examinando el precio de algunos productos, descubrimos que entre los años 1939 a 1940 la leche ha subido de 93 centavos el litro a 1,60 pesos; la carne, de 3,20 pesos el kilo a 9,10 pesos, y las papas, de 44 centavos el kilo a 1,80 pesos. (El peso chileno equivale a diez centavos argentinos.) En un memorándum que me ha entregado un dueño de hotel, para la misma cantidad de pasajeros el costo de la vida en enero de 1939 era de 8,60 pesos por persona; en enero de 1940 el costo sube ya a 10,70 pesos diarios, y en octubre dicho costo salta a 11,75 pesos. (En otros artículos me ocuparé de los problemas de la vivienda, salario y costo de la vida, sin cuyo examen no nos explicaríamos el apoyo que un vasto sector de la población le concede a las consignas del Frente Popular).
¿Por qué ha tenido éxito el programa del Frente Popular?
Él propicia la reforma agraria (el 41% de la población se dedica a labores agrícolas), la subdivisión del latifundio, concesión de créditos para semillas, abonos y aparejos; rebaja del arrendamiento de la tierra, viviendas higiénicas, escuelas, alimentación y salarios que satisfagan el costo de la vida. Estas consignas chocan con lo que dicen estar dispuestos a conceder las derechas, conflicto cuya prolongación incuba fatalmente la psicosis revolucionaria y que el dirigente nazi, Cox Lira, se felicita de percibir, en un discurso reproducido por El Diario Ilustrado: “Le faltaba a la derecha esa firme esperanza de volver al poder que hoy descubrimos en ella, pues los hombres de derecha comprenden que se acercan momentos definitivos”.
Cuando el señor Larraín dice que la ola de huelgas de asalariados comprometidos en conflictos de trabajo ha aumentado entre los años 1938 y 1939 en un 120%, no exagera. Todos los días se producen conflictos entre el capital y el trabajo. Estas ráfagas de huelgas arrancan de la necesidad de un aumento de salarios frente al progresivo encarecimiento de los artículos de primera necesidad, pues siempre que después de un intervalo de expectativa, en los períodos de inflación, llega un aumento de salario, el reciente aumento es inferior en capacidad adquisitiva al costo real de la vida, que en ese paréntesis de tiempo ya ha subido unos puntos más.
Esta serie de anomalías habría acondicionado un panorama económico, cuyas características son: desvalorización de la moneda, aumento del costo de la vida, desocupación forzosa y provocada y, políticamente, una creciente aglutinación de las masas en torno de las filas del Frente Popular, que día a día desde las columnas de sus diarios acusa a las derechas de estar creando artificialmente las condiciones que propician el estallido de la guerra civil.
“Los Partidos Comunista y Socialista dicen organizar milicias y acusan diariamente al Frente Nacional Anticomunista de estar creando el clima que haga propicio el estallido de la guerra civil”.
A su vez, las derechas, conscientes de esta cristalización de las masas en torno de las alas izquierdas del Frente Popular, para provocar la ruptura del frente, proponen, en las Cámaras donde tienen mayoría, que se declare ilegal la existencia del Partido Comunista. El Partido Comunista, desde el Frente Popular, ha tenido la habilidad de no gobernar para no desprestigiarse, lo que le ha permitido colocarse en una posición destacada. Según algunos formaría un Estado dentro del Estado. Lo mismo se dice de la Sociedad Nacional de Agricultura.
Las derechas comprenden que, si no intentan aplastar a tiempo a su adversario, este las aniquilará.
Se trata ahora de establecer si las derechas han demostrado voluntad de destruir a sus adversarios, y los hechos nos dicen que sí. Examinémoslos:
El 9 de julio de 1939, fecha en que los regimientos juran la bandera, fue organizada una algarada en el parque Cousiño. En esta oportunidad, durante la ceremonia, elementos provocadores, contratados al efecto, debían aparecer con banderas rojas, aclamando al ejército, lo que le permitiría al general Ariosto Herrera pronunciarse contra las “masas desbocadas”. El Frente Popular vigilaba; los provocadores fueron arrestados, la ceremonia del parque Cousiño no fue perturbada, y el general Ariosto tuvo que postergar su intervención. El gobierno, sospechando de su fidelidad, destituyó al general el 24 de agosto, lo cual no fue impedimento para que el 28 de agosto éste se presentara en el regimiento de Artillería de Tacna, donde se hizo fuerte con la oficialidad que lo secundó. Desde afuera colaboraba con él el segundo jefe de la “Escuela de Aplicación de Infantería”, pero el primer jefe, coronel Barrio, adicto al gobierno, se presentó en la escuela, dominó con su energía a los oficiales sublevados, arengó a las tropas, frustró el movimiento y en el ínterin los sindicatos, avisados por la policía, rodeaban el edificio de La Moneda, ocupaban posiciones estratégicas y el cuerpo de la Escuela de Carabineros, rodeando los cuarteles sublevados, se aprestaba a combatir con ellos. Al comprobar la decisión de los carabineros, los cuerpos amotinados no se movieron de sus cuarteles y los oficiales se entregaron.
Investigaciones posteriores permitieron establecer que existían otros regimientos complicados, cuya oficialidad no se atrevió a pronunciarse por desentendimientos internos, particularidad que les ha permitido afirmar a algunos estrategas del Frente Popular que, en Chile, cuando no existe una absoluta unanimidad entre las fuerzas armadas, jamás se produce una intentona revolucionaria.
Estos dos movimientos quebrados, de grave amplitud el último, demuestran que la derecha no cree ya en la posibilidad de recuperar el poder, salvo que el Partido Radical se fraccionara en dos partes. Entonces la mitad derechista del Partido Radical, sumada a la representación total de las derechas, les concedería a éstas una mayoría democrática.
Semejantes cábalas les hacen afirmar a perspicaces funcionarios que en Chile no existe un movimiento contrarrevolucionario de la derecha; que no existe ni siquiera la menor posibilidad de que se produzcan disturbios antes de las elecciones de marzo, y que la actividad actual de la derecha puede denominarse una campaña política destinada a convencerse a sí mismos de que ellos no están ni se dan por derrotados.