A mediados de 2021 murió de cáncer la ensayista y poeta argentina Tamara Kamenszain, autora de La novela de la poesía y El libro de Tamar. Por entonces acababa de entregar a la editorial Eterna Cadencia un libro que no alcanzaría a ver impreso, Chicas en tiempos suspendidos, donde en pocos páginas y en versos con aire de ensayo repasa la obra de algunas poetisas -y rescata precisamente el uso de esa palabra, “poetisas”- como Alfonsina Storni, Amelia Biagioni y Delmira Agustini, entre otros asuntos como el de las abuelas o las enfermedades. Estos son los pasajes en que recuerda a su amigo Enrique Lihn.
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*
En una carta que Enrique Lihn me escribió
durante sus últimos días de vida
me describe la situación de encierro hospitalario:
“Correlato subjetivo de esta situación: no pésima,
escribo y leo mucho, no hay depre propiamente
dicha (…) y buena relación no monotemática con
los amigos -amigas en un 90%- que cuidan de
mí”.
En Diario de muerte alude en verso
a esas amigas cuando dice que son las que
“tienen derecho a llave en esta casa a la que me
[siento unido por ellas”.
Me pregunto ahora de qué hablarían esas chicas
cuando por azar coincidían
en la sala de espera del hospital.
No lo sé pero me consta
que si Enrique les dio a todas la llave de su casa
es porque no tenía nada que esconder
debajo de ninguna alfombrada metáfora.
A él, como a Amelia,
el mainstream literario de su época
tampoco lo entendió.
En el Diario de muerte parece dirigirse
a algún vate al que seguramente
la obra rara y encendida de mi amigo
le incomodaba:
“Bueno, no te inquietes por nosotros, los pequeños/
si te sientes grande como dos novelistas/ uno bueno
y el otro millonario/ puedes ocupar con toda pro-
piedad/ el lugar del Neruda del Canto General/ todo
él se vende mucho”.
*
Yo hoy en este encierro que no es de hospital
pero que en mis pesadillas corporiza a veces
situaciones de enfermedad y hasta de muerte
le agradezco a Enrique sus apasionadas y por
[momentos
humorísticas anotaciones que lo conectan con su casa
mientras a mí en la mía
me despiertan ganas de escribir.
Pero como siempre lo que empezó como poesía
puede virar hacia la novela, me falta contar
que esa carta que él me escribió
la recibí recién 24 años después de su muerte
como archivo adjunto de un mail
que me envió su hija Andrea.
Ella me explica que dedicada a ordenar el archivo
[de su padre
se encontró con un sobre cerrado con mi dirección
que evidentemente él no había alcanzado a mandar.
En un poema de Diario de muerte el antivate
[afirma:
“Nadie escribe desde el más allá
las memorias de ultratumba son apócrifas”.
Y sin embargo y sin embargo…
CHICAS EN TIEMPOS SUSPENDIDOS
Tamara Kamenszain
Eterna Cadencia Editora
2021, 86 páginas
www.eternacadencia.com.ar/