Cuatro décadas lleva Elvira Hernández (Lebu, 1951) escribiendo una poesía inconfundible y magnética que la ha situado en el último tiempo como una voz de referencia en la literatura latinoamericana y que la tiene entre los nombres que suenan fuerte para el Premio Nacional de Literatura. Acá habla de la vida y el encierro y de lo que ha visto cambiar, crecer y caerse en estos meses.
¿Qué ha sido para ti hasta ahora lo mejor y lo peor de la vida encerrados?
Lo mejor ha sido la imaginación que sabe de encierros diurnos; impide que por las noches contemos ovejas y despertemos rebaño. Lo peor, la salida inconsulta al encierro vía digitalización.
¿Alguna grandeza y alguna bajeza que hayas visto aflorar?
Grandeza y generosidad de una extranjera avecindada en nuestro país que para el estallido social su negocio fue destruido y que en esta instancia de pandemia se incorporó a trabajar en una olla común porque consideró que «los chicos necesitan comer». Bajeza me parece aplaudir a las nueve de la noche al personal de salud y más tarde discriminarlos e impedir que ingresen a sus departamentos a causa del contacto estrecho que tienen con el contagio.
¿Algún lugar común que se haya caído a pedazos en estos meses pandémicos?
El aserto «agárrate con tus propias uñas» se ha desplomado junto a la vida competitiva sin límites, individualista e insolidaria. En el día de hoy se necesitan todas las manos y abiertas, no empuñadas, para sanar de esta enfermedad pandémica y de otras.
¿Alguna cuestión que el encierro te haya permitido advertir o repensar a fondo?
Esta emergencia nos pone en situación de enjuiciar la vida humana en su totalidad. Siempre he mirado el progreso por el rabillo del ojo. He estado mirando de frente la explosión demográfica y la concentración humana en celdillas de pobreza, la industrialización animal, la sobreexplotación de la naturaleza y su recubrimiento de basura y lo poco que hemos hecho para contrarrestar modelo y práctica.
¿Qué piensas que debería cambiar, prioritariamente, cuando el mundo, y el país en particular, superen la pandemia?
Lo que tiene que cambiar es nuestro marco regulatorio y constitucional para que nuestra vida en común, en comunidad sea diferente y mejor. Ese es un paso seguro de cambio.
¿Recomiendas algún libro o música para entender mejor este tiempo?
Estoy buscando La desaparición de los rituales de Byung-Chul Han. Es un autor que permite situarse en nuestro tiempo y mirar hacia atrás y hacia adelante.
¿Cómo te imaginas el futuro? ¿Eres optimista o pesimista respecto a lo que pueda venir?
Soy pesimista respecto al futuro. El avance biotecnológico y la simplificación en la manipulación de los genes patógenos hace que las armas biológicas cobren gran importancia. La lógica de la guerra ha penetrado como una enfermedad insidiosa nuestra vida y no lo notamos. Le hemos declarado la guerra a la pandemia y estamos llamados a derrotarla. ¿Por qué no enseñamos cuidados y prevenciones ya que cada uno de nosotros es carne de pandemia?
«Un signo de interrogación preside los días», escribes en El orden de los días. Y: «Los días pasan / y pareciera tiempo anestesiado», en Seña de mano para Giorgio de Chirico. Ya que ha sido una constante en tu meditación poética, ¿cómo calificarías este tiempo, estos días que vivimos?
Hemos ido perdiendo el tiempo común. El santoral nada tiene que decir en tiempos del laicado. La noche de san Juan o el natalicio de Jorge Teillier no están fijados en el calendario. Y el wetripantu no ha tenido un reconocimiento verdadero. Las efemérides patrias hace mucho tiempo que se cambiaron por fines de semana largos; el régimen de trabajo neoliberal exige agotarse y caer al descanso. También ha empezado a hacerse presente un calendario global que busca adhesiones entrometiendo sus intereses en los ámbitos locales. Hoy 10 de julio es el día nacional de la sopaipilla y los poetas recordaremos la pérdida de Enrique Lihn porque en la fragmentación cada cual está en lo suyo. Creo que el tiempo banal se ha ido profundizando, entonces se ha hecho maquinal y hacia la máquina nos lleva.
“Hoy 10 de julio es el día nacional de la sopaipilla y los poetas recordaremos la pérdida de Enrique Lihn porque en la fragmentación cada cual está en lo suyo”.
¿Qué extrañas especialmente -algún lugar, alguna imagen, algún encuentro- de la vida sin restricción de desplazamiento?
Extraño la proximidad de la vida, su vibración.
¿Tienes algún poema o escrito que puedas compartirnos?
RESISTIR
… como los pájaros trato de mantenerme en vuelo