Por lejos el trabajo doméstico es el único real y el de mayores certezas a nivel de proyecto de nueva sociedad. Estoy imaginando el mundo que está surgiendo, determinado por la irrupción de la catástrofe y de la urgencia por una sustentabilidad terrígena. Más o menos en esos términos, intentando cierta claridad conceptual en un contexto oscuro. Entendemos por trabajo doméstico aquellas operaciones caseras o al interior del lugar de residencia de los sujetos(as) y que tiene como objetivo la sobrevivencia y la autonomía, reduciendo gastos superfluos y disminuyendo drásticamente el consumo, ya sea por la vía de la autosubsistencia o la autarquía y, por cierto, aumentando la interacción y el intercambio con los vecinos, combinando el trueque y, en general, la promoción de una economía a escala humana. Todo lo demás es patología, ya sea por el lado de la voluntad de poder y de la acumulación patológica obsesiva de bienes, y la construcción de imperios; por eso yo digo que hay que crear un efectivo sistema de control del deseo, en la medida de lo posible, claro está.
Participo o pertenezco a una comunidad que empieza a moverse en ese registro. Alejado del exitismo de los “cara de hombre” y del supremacismo mujeril, que a veces funciona con cánones jerárquicos heredados, que se toma el espectáculo público para construir modos elitarios sofisticados en el teatro político. Por eso yo, que vivo solo, me levanto, hago la cama, me preparo el desayuno, lavo la loza, lavo ropa si corresponde, barro la casa, menos mal que es pequeña, y debo pasar un trapo con un producto limpiador, casi todos los días, porque vivo rodeado de tierra o de naturaleza semi salvaje, y suelo estar entrando y saliendo permanentemente en el día de mi casucha, por las características de mi trabajo, y hay mucho polvo circulante, parte del cual transporto en mis zapatos.
Y luego, debo ir al terreno a trabajar en el huerto y en el jardín, además del proceso arborizador con flora nativa, también hago hacer leña y cocino en mi cocina vernácula que está fuera de la casa (es una estructura de barro y ladrillos, muy ingeniosa, que le copié a unos anarcos que promueven la vida silvestre). Y en el atardecer suelo escribir algunos informes al respecto. Siento que todo lo demás es histeria y especulación, o en su defecto, humillación laboral estructural.
También en ese horario me da por prender la radio para enterarme de algunas cosas que circulan en el ambiente. Me entero, por ejmplo, de que una cierta obsesión política domina una supuesta voluntad ciudadana, en realidad es sólo la competición electoral presidencial que se empequeñece al lado del acontecimiento constituyente que sí pudo generar emoción, sobre todo en los sectores históricamente desplazados. Me detuve a mirar eso y me pareció la raja el grado cero de la solemnidad que fue la instalación de la convención constituyente. Es como si las nanas de las cuicas hubieran llegaron al poder. Me imagino que a la oligarquía chilena le debe picar el hoyo lo que está pasando, están perdiendo la guerra simbólica, también la charcha clase media arribista que echa de menos la falta de solemnidad ritual que te hace pertenecer secundonamente a la república. Me imagino que los constituyente o la mayoría de ellos optarán por la economí deoméstica que yo propalo con mi proceso arborizador.
Y la cuestión presidencial, por otra parte, no me calienta demasiado, creo que lo que pueden hacer las comunidades organizadas domésticamente es mucho más importante políticamente, que lo que pueda hacer un líder y su coalición de iluminados y toda la parafernalia comunicacional que lo rodea. Igual voy a votar por Boric porque el compadre se subió a un árbol y eso sí es importante.
Estoy preocupado porque he pinchado la rueda trasera de mi bicicleta varias veces, discutí con mi mecánico por la calidad de las cámaras (ahora todo es chino). Yo alegaba que estuve un año trasladándome por la zona en donde hay mucho camino de tierra y áreas boscosas y justo ahora sufro cuatro pinchazos al hilo. Quedamos en que quizás el azar estuvo en contra mía y decidimos adherirle una cámara vieja alrededor de la nueva como refuerzo. La bici es clave para mí en la operación de sobrevivencia cívico doméstica, así llamo a mi propuesta de habitabilidad. Con ella hago casi todas mis compras de la semana.