Si alguna vez salimos de ésta, habrá que tener en consideración este libro y este autor. Misha Glenny lleva años trabajando alrededor del crimen organizado, después de reportear la hecatombe de los Balcanes en los años noventa. Escribió McMafia, sobre la globalización del crimen, y más tarde Némesis, la biografía de Antônio Bonfim Lopes, Nem da Rocinha, que alcanzó a ser el criminal más buscado de Brasil y cuya vida hubiera encantado a Borges, por el peso que tiene el destino en todo el asunto.
Bonfim se crió en La Rocinha, la favela más grande de Río de Janeiro. Siempre estuvo lejos de las drogas, que ya en su infancia azotaban al barrio. Su sueño, de hecho, era salir de allí e integrarse al mundo que veía afuera de la favela, y que conocía bien por su trabajo: la distribución de una revista de televisión en los departamentos de clase media de la ciudad.
La suya no era la vida que podría esperarse de alguien que llegaría a ser el jefe de una banda criminal. Lo que ocurrió es el azar. O mejor: el destino, que en este caso se presentó en la forma de una enfermedad catastrófica que se le declaró a su hija Eduarda, de menos de un año de edad. Antônio decidió que no iba a dejarla morir y recurrió a todo lo que podía hacer, que era nada. Su familia estaba en el aire y sin una red de seguridad abajo. ¿Qué iba a hacer? Regresó a la favela y subió a hablar con el jefe narco más importante de La Rocinha. Le pidió dinero y ofreció pagarle con su trabajo.
Así como la peste, Nemesis permite ver la pesadilla tras el Chile que algunos creen un oasis o prefieren comparar con Europa. Lo que describe Glenny es básicamente el poder paralelo que se instala donde el Estado no llega.
Ocho años y muchos muertos después, Antônio Bonfim se convirtió en Nem, el líder de los narcos y el bondadoso dictador de La Rocinha, recordado hasta hoy por haber sido de los pocos criminales que han entendido que la violencia solo echa a perder el negocio y que no podía tener a la comunidad en contra.
El libro reconstruye esa transformación. ¿Cómo puede Glenny saber los detalles de la vida de Nem? Porque lo entrevistó repetidas veces en las cárceles de alta seguridad en las que vive luego de su captura (o entrega) de hace ocho años, porque recorrió La Rocinha de punta a punta y porque Misha Glenny es un reportero infernal.
Como en McMafia -convertido en serie de televisión-, Glenny cuenta en Némesis sus historias con el contexto. Y en este caso eso implica contar la historia brasileña y sobre todo cómo ha evolucionado el narcotráfico en el país. La dictadura y las presidencias de Collor de Mello, Cardoso y Lula se ven pasar desde La Rocinha, así como los diferentes planes que los gobernadores del estado crean para erradicar la violencia, y que por supuesto incluyen más violencia (BOPE incluido).
El libro es descorazonador, sobre todo en esta época y si uno se pone a pensar en las cosas que van a cambiar o están cambiando mientras dura la pandemia. El narcotráfico es algo demasiado grande para ser derrotado. Eso lo sabemos hace rato, claro. El problema es cuando los estados son barridos en sus economías y sus estructuras y el narco permanece o se convierte en lo único que queda en pie en realidad. A la vuelta de todo esto, probablemente ya ni siquiera sea tema derrotarlos sino algo más realista: legalizarlos, e incorporar los cientos de millones de dólares de esa industria a una economía mundial desvalida.
Eso, en lo grande. Porque en los barrios el asunto es todavía más concreto y se trata de poder.
Uno de los hechos que marcaron lo ocurrido en Chile en octubre pasado es que la policía uniformada, Carabineros, la institución con presencia territorial en todo el país, se vino al suelo, se derrumbó. Fue el final de una larga crisis que llevaba años pero que no pudo seguir obviándose desde que se conoció el Caso Fraude de Carabineros. Y el día que se desplomó Carabineros todo fue posible porque no había arquero.
El libro es descorazonador, sobre todo en esta época y si uno se pone a pensar en las cosas que van a cambiar o están cambiando mientras dura la pandemia.
Eso es una mirada a corto plazo, y bastante concreta de la crisis que explica parte de lo que tenemos por delante, que es básicamente la necesidad de reconstruir una policía que no estaba dando el ancho. De hecho, buena parte de la discusión antes del 18 de octubre se concentraba en hechos que daban pistas de lo que ocurría, como que no existía presencia, los narcofunerales y la reforma a Carabineros. Eso, claro, sin contar las esquirlas del Caso Catrillanca, que le demostraron al gobierno de Piñera que su principal Talón de Aquiles era la institución con la que había prometido garantizar el orden público y que lo llevaron a incorporar a las Fuerzas Armadas al control del narcotráfico. Si esas no eran señales que atender, bueno ¿qué eran?
Pero eso guarda relación con las instituciones, no lo que ocurre en el mundo concreto, en las poblaciones que hoy además están siendo vandalizadas por la pandemia y la crisis económica.
Así como la peste, Nemesis permite ver la pesadilla tras el Chile que algunos creen una oasis o prefieren comparar con Europa. Es el continente, Sudamérica, lo que llega definitivamente. Porque a medida que las cosas se vayan normalizando -no regresando atrás, que eso ya no pasará- notaremos que tenemos otro tipo de criminalidad en las calles y que hay otros poderes para cartografiar en los mapas. El mundo va a estar definitivamente cambiado, y una buena foto para ir notando eso es lo que ocurre hoy en las cárceles. Más concreto: el intento de fuga masiva de la otra vez en Santiago 1.
Porque lo que describe Glenny es básicamente el poder paralelo que se instala donde el Estado no llega. Un buen ejemplo ocurre por estos días: el gobierno brasileño, en boca del ministro de Salud al que Bolsonaro no puede sacar de su cargo, anunció que ha entablado conversaciones con los grupos que controlan las favelas para responder a la crisis sanitaria. Puro realismo. Porque al final se trata de poder.
Pero volviendo a Nem. A Glenny le faltaron al menos un par de capítulos en su libro. Es lo que ocurrió con su hija, la niña enferma cuya enfermedad lo hizo entrar al narcotráfico. Creció y a fines del 2018 la tomaron presa porque estaba intentando recuperar la favela. Sí. Estaba traficando.