Llevamos once días y no atinamos aún, siquiera, a ponerle nombre a lo que pasa. Hubo intentos pero no convencieron. Lo que tenemos es una transmisión continua, un matinal que mezcla políticos, expertos y farándula que comenta cambios de gabinete y saqueos, incendios y entrevistas. Las mentiras tienen tan buen lejos que hasta se publican.
En la prensa seguimos leyendo de acciones sin sujeto. Los edificios arden, no los queman. Otros resultan muertos, no los matan. Se lee a veces un problema con el sujeto, con el que hace algo. Y eso que en las calles las firmas abundan. Hay edificios que las tienen: 1312 y ACAB. All cops are bastards. Están ahí y estuvieron hace tres semanas y van a estar en el futuro. Como dice el cliché: una sigla que llegó para quedarse. Y que -otra vez- no vimos venir.
Son un puñado -descolgados los llaman ahora los relatores periodísticos, pero ¿descolgados de qué?- pero son. Y debieran ser estudiados porque han sido tan protagonistas como cualquiera. Ni se materializan de golpe con sus mochilas con bencina ni se sienten tan provocados que reaccionan así. Van a eso. Se levantan para. Ayer, por ejemplo, los encapuchados quemaron el Compin y al cierre de esta edición no habían dado una versión oficial sobre el motivo que tuvieron para hacerlo.
Foto: Sebastián Lizama